EL REPARTIDOR
Tomo asiento con un bufido, a
pesar del frío que hace estoy sudando y cansado, muy cansado. Tras sacar el
grueso libro una vez más, anoto los nombres en el registro de entregas
realizadas. Miro lo que todavía me queda pendiente y no puedo reprimir un gesto
de abatimiento. Es agotador este trabajo para un solo repartidor, a pesar del vehículo
del que dispongo, que me lleva con una rapidez pasmosa a los lugares, cuasi
antes de pensarlo. La verdad es que están resultando unas Navidades complicadas.
Si por lo menos estuvieran conmigo Gaspar y Balta sería todo mucho más
rápido y ameno pero, desde que se marcharon a Suecia a vivir como pareja, me
encuentro muy solo. Han sido muchos siglos compartiendo tarea, hasta que
empezaron a relegarnos, a olvidarnos, a substituirnos por el pequeño regordete
del trineo..
Y doy gracias por haber
conseguido este empleo, aunque haya tenido que cambiar mis ropajes y mi corona
por este gracioso trajecillo rojo. Una gran desgracia que a Santa lo alcanzara en
año pasado aquel misil cuando iba de reparto y quedara hecho unos zorros pero…
no hay mal que por bien no venga…
No hay comentarios:
Publicar un comentario