jueves, 29 de enero de 2015

¡CUÁNTO AMOR!



¡Cuántos años han pasado,
amor, mi amor, vida mía!

Cuánto río hemos vertido
de bravas aguas al mar
después de un difícil curso.

Cuántas veces han vestido
de dulces frutos sus ramas
los árboles de nuestro jardín.

Cuántas veces ha llorado
el cielo que nos protege
tiernamente enamorado.

Cuántas veces, de la mano,
hemos abierto caminos
por bosques de confusión.

¡Cuánto amor!
¡Cuántas pasiones!
¡Cuántas caricias!
¡Cuántos perdones!

Cuántas noches encogido
mi corazón junto al tuyo
hemos quedado dormidos
soñando sueños de amor

Que pocos borrones tiene
el libro de nuestra vida,
aquél que escribimos juntos,
un poco tú, un poco yo.

¡Cuántos años, amor mío!

Y cuánto amor que guardamos
para darnos todavía
mientras nos quede un aliento
y no nos tiemblen las manos
para hacer una caricia,
para crear en el aire
mil vuelos de mariposas,
para unirnos, abrazarnos.

¡Cuánto amor ha sido nuestro
y cuánto nos queda en el alma
para vivir cada día
un nuevo sueño de amor!

J.F.   28/01/2015

domingo, 25 de enero de 2015

PRESENTACIÓN "EL TRONO DE OBSIDIANA"

Ayer nos reunimos un grupo de conocidos en el local del  buen amigo Miguel, propietario de la LIBRERIA PRIMADO, para presentar mi novela "EL TRONO DE OBSIDIANA". Fue una reunión amena y francamente grata, que duró casi dos horas, introducida magistralmente por mi hijo Marc, que nos habló de la literatura fastástica y de la desvirtuada, injusta e incompleta imagen que de ella se tiene calificándola siempre de juvenil cuando es una literatura que, a lo largo de la historia del hombre, ha estado siempre presente como medio de evasión y divertimento ademas de ser vehículo de transmisión de hechos e ideas que afectaban a la sociedad de cada época, elevando el género a la categoría de antropología del imaginario. Gracias también a la intervención de varios de los presentes, que arroparon a este autor y lo sometieron a una batería de preguntas variadas e interesantes, pudimos profundizar en el conocimiento de mi obra y de este género de  literatura. Dimos por finalizado el acto con la firma de algunos ejemplares.
















OCÉANO



Me encontré entonces, en medio de aquel océano, agitado sin piedad por las turbulentas y oscuras aguas que en la noche me abrazaban con brutales empujones, sumergiendo mi cabeza en su negrura para robarme el poco oxígeno que mis pulmones conservaban.
Desesperado braceaba intentando mantenerme a flote, angustiado al saberme solo en aquella inmensidad, luchando a brazo partido con la tormentosa furia de los elementos desatados a mí alrededor. Nada a que asirme, sólo las gélidas aguas que acogían cada movimiento de mis brazos como si una pléyade de invisibles sirenas los quisieran retener en su densidad, tirando de mí hacia el fondo. Mis pensamientos comenzaron a viajar hacia el pasado, recordando cosas vividas, cosas hermosas, motivos que me dieran fuerzas para resistir los embates de la tormenta, recuerdos que me mantuvieran a flote unas horas más, unos minutos, ansiando que con ello pudiera calmar aquella terrible situación súbitamente, que yo pudiese superar y sobrevivir a tan asfixiante pelea con aquel mar inmenso y abrumador en sus mortales intenciones.
De repente, una luz ínfima, titubeante, surgió entre las brumas, lejana pero cercana a la vez. Una luz que fue lentamente ganando en intensidad y cuyo resplandor pareció ir sosegando mi alma, a la vez que la furia de las aguas. Una luz a la que intuí acompañaba una cálida voz que también se fue haciendo cada vez más nítida, más presente.
La luz me envolvió, la voz me acunó, hasta que, con una caricia en mi rostro llegaron hasta mí consiguiendo devolver la placidez a aquel océano y sacarme de sus aguas, una vez más.
-Cálmate mi amor, cálmate –me decía mi amada vuelta hacia mí en la cama, besándome dulcemente en la mejilla y acariciando mis cabellos-, despierta y olvida tu pesadilla que yo estoy a tu lado.

jueves, 22 de enero de 2015

SESENTA Y UNO



Hoy los dioses han dado una vuelta más a mi reloj de arena, y van sesenta y una.
A partir de hoy, sexagenario, parece que debas contemplar la vida de otra manera, con más seriedad, con más serenidad, pero eres el mismo y lo ves todo igual, no tienes más defectos que antes pero tampoco menos, y virtudes, pues igual…, al fin y al cabo la virtud no es más que un defecto defectuoso por lo tanto tampoco tienes ni más ni menos.
Te miras al espejo y encuentras al mismo de ayer, con sus arrugas, sus canas y la fatiga surcando el rostro, arañando profundamente la carne, empequeñeciendo los ojos enmarcados por ojeras; son las huellas del tiempo que van dejando rastros evidentes en nosotros, porque los años no estoy seguro de que nos hagan más sabios pero es evidente que nos hacen más viejos.
Compruebas tu coraza, percatándote de que aún está firme en su sitio, aunque empieza a flaquear, a perder grosor y hacerse más frágil en algunos sitios, a resquebrajarse ligeramente, tu espada ya no brilla mostrando las mellas de las batallas libradas y las orgullosas plumas del casco han perdido gran parte de su color, de su firmeza y cuelgan algo flácidas a los lados. Pero el conjunto continúa siendo aceptable, presentable: un viejo guerrero dispuesto para el combate.
Miras a tu lado y confirmas que el pilar que da razón a tu lucha está ahí, siempre está ahí, junto a ti, bajo de ti, sobre ti, dentro de ti: tu compañera, Lali. Un corazón que late al mismo ritmo que el tuyo, una verdad que es vida y es tu vida y te da vida. Sientes que nada tendría sentido si ella no estuviera, enfadándose, riéndose, soñando, caminando contigo, otorgándote la luz de su mirada, el calor de su palabra, el aliento de su beso enamorado, la energía contenida en sus caricias. Cada día, cada noche, cada momento de tu vida es suyo, es para ella, es con ella. Y no te importa tener sesenta y uno o dos mil uno, si los vives con ella, a su lado y la amas y te ama.
Imposible en este día no echar la mirada hacia atrás, al pasado, que fue ayer y fue hace más de sesenta años y fue hace un segundo, pues todo se convierte en pasado en cuanto acabas de escribir una palabra más en el libro de tu vida. 
Piensas en todo lo que has vivido hasta ahora y en todo lo que cambiarías, aunque en el fondo eres consciente de que nada puedes ni debes cambiar, pues de lo vivido eres consecuencia y también eres consciente de que, a pesar de todo, si volvieras a vivirlo actuarías igual; bueno o malo, acertado o desacertado en lo hecho, eres aquello que has forjado y cualquier cambio en lo vivido también cambiaría lo que eres ahora. Lo mejor es recordar y conceder que los errores y aciertos te han curtido, moldeado, formado, dándote un carácter propio, una idiosincrasia, llevándote a sentir, estar y actuar como hoy lo haces. Todo es inmutable porque el pasado es inamovible. No por conformismo, sino por convencimiento, sonríes ante los recuerdos y pasas página, vuelves la cabeza otra vez al frente y caminas, con los años que ahora tienes, dándole la mano a lo que has sido, a lo que eres y a lo que serás.

lunes, 19 de enero de 2015

LA LLAMADA



  Espérame en el cielo, cariñito adorado, que si Dios te ha llevado, fiel te juro ser yo…” le cantaba en la vieja radio de galena Machín a la anciana María, que acompañaba susurrante la canción con la mirada perdida más allá de los cristales del balcón, más allá de las nubes, pensando en aquél que la dejó sola diez años atrás.
   Mientras su cuerpo impulsaba la mecedora con un movimiento mecánico, María deshilaba el tiempo sin ver llegar el momento de reunirse con su amado.
   A nadie esperaba, ya que nunca nadie venía a verla a aquellas horas de la mañana, por ello se sobresaltó sobremanera al oír los golpes que daban en su puerta.
   Lenta, torpe, haciendo crujir sus doloridos huesos, se levantó, compuso la negra toca de lana sobre sus hombros y se dirigió a la entrada. Miró desconfiada por la mirilla metálica descubriendo a un rubio joven de agradables facciones y ojos azules, que esperaba mirando al techo. Parecía un ángel. Descorrió los tres cerrojos, mas la cadena, y abrió…
   -¡¡Señora!! Por fin le llegó la hora – exclamó una sonriente dentadura con traje blanco y corbata roja - ¡Vengo a traerle lo que usted tanto tiempo esperaba!
   Una sonrisa de esperanzada felicidad iluminó el arrugado rostro de María, tan cegada por el reflejo del sol que se colaba por la ventana de la escalera y que hacía brillar los dorados y largos cabellos del joven, que ni siquiera se percató del grueso volumen de una enciclopedia que el risueño visitante llevaba sujeto en su mano.
   -¡Gracias Dios mío por escuchar mis plegarias!– murmuró la anciana – Tanto tiempo esperándote… ¡Llévame con él…!
    Y María se desplomó muerta ante la atónita mirada del perplejo vendedor.

SUAVE LA VOZ



Suave la voz de un arrullo
me persigue, me hace suyo;
cálido abrazo, tierno abrigo
de noches de insomnio baldío
en que pierdo la esperanza
de encontrar un sueño amigo
que me lleve junto a ti.

Sé que es tu voz, invisible,
que así me alienta, intangible,
a soportar el vacío
que oprime mi corazón.
Y yo me dejo estrechar por su soplo enamorado,
bálsamo reparador de este insufrible dolor,
desgarradora añoranza por no poderte besar.

Y es que no hubo amor, amor,
más amor que el que nos dimos,
y no hubo más palabras que aquellas que compartimos,
ni más unión de dos cuerpos que la que tú y yo tuvimos.
Hasta que el zarpazo bárbaro
de unas parcas inclementes
rompieron en mil pedazos el espejo de mi alma.

Y es que no habrá amor, amor,
más fuerte que el que llevo conmigo,
ni más sueño que el que sueño
que al fin me lleve contigo.