martes, 24 de febrero de 2015

LA HUELLA DEL DIABLO



  Tiene la catedral de Valencia tres puertas de entrada para los fieles, la primera y más conocida es la de los Apóstoles, de estilo gótico y que es en la que se celebran los conocidos juicios del Tribunal de las Aguas, centenaria institución que dirime los conflictos relativos a riegos que afectan a los huertanos (cada vez más escasos por cierto). La segunda puerta de estilo barroco es la que queda junto a la célebre torre del Micalet. La tercera puerta, la más antigua por ser la primera con la que contó la Catedral, es de estilo románico y sobre su pórtico destacan las representaciones de los siete matrimonios que dicen financiaron inicialmente la construcción de la Seo.

   Es en esta última en la que hay unas extrañas raspaduras en la piedra, concretamente en la parte derecha y a la altura del la tercera fila de los gruesos sillares, que tiene una curiosa leyenda.

   Dicen que el diablo, antes de consagrarse el templo, quiso entrar cuando estuvo concluida la primera fase de su construcción, para tomar posesión y lanzarle un maleficio pero, más listo que él, lo engaño el despierto deán que regó con agua bendecida las puertas y la entrada evitando así que el diablo pudiera abrirlas y éste, enfurecido descargó su ira contra el único sillar que no mojó el agua bendita, clavando sus uñas para dejar su maléfica, profunda y ponzoñosa huella sobre la piedra.

   Como siempre, los hay incrédulos que dicen que esas huellas las hicieron los pobres que se ponían a la entrada del templo para pedir limosna y que allí afilaban sus cuchillos… ¡Ay de ellos que no creen en el diablo! Pues expuestos están a que un día se les aparezca y les provoque un buen mal de vientre… o algo peor.

ABULÍA



Deshojando la flor de la esperanza
deja correr su existencia ensimismada,
frente al cristal de la lumínica ventana
mira sin ver cómo pasan las jornadas,
mientras el pájaro que anida en su cabeza
revolotea devorando las palabras,
y la muerte, en su carne agazapada,
va robándole la vida entre añoranzas


Josep Ferrà - 24.02.15

viernes, 20 de febrero de 2015

SUCIO AMOR



La noche
con su oscuro abrazo
los llevó lejos, muy lejos,
tintados en sangre sus cuerpos,
sucio amor en sucio lecho
y enredado entre los lienzos
pasión, venganza, deseo…

Josep Ferrà – 29.01.2015

MAGAS Y OLIVEIRAS



  Cerré la puerta despacio, sin hacer ruido, y bajé de tres en tres los escalones. Casi sin tocar el suelo volé hasta el jardín donde ella esperaba. Jadeante, quedé admirando su desnudez, con el amor prendido en mis ojos, recibiendo la sonrisa que me brindaba. Llegué hasta ella, no sin haber tomado antes unos lirios de la charca que la rodea y que deposité dulcemente entre sus senos mientras abrazaba su cuerpo fresco, húmedo. La besé apasionadamente, fundiendo mis labios con los suyos en una unión que quiso ser eterna… hasta que sus guardianes me arrancaron de su lado maldiciendo mi locura y me arrastraron crueles de nuevo hasta mi celda, donde sufro viéndola desde mi ventana, sola, triste, destacando corita, hermosa en el pequeño vergel, esperando silenciosa mi regreso para que la libere de su pétrea esclavitud, con la cabeza vuelta hacia el cielo y la mano alzada, de la que mana el agua de la vida.

(Cuento seleccionado para la "Antología Homenage a Cortazar" de la editorial ArtGerust - 2014)

lunes, 16 de febrero de 2015

UNA DISTINCIÓN POÉTICA DE SAN VALENTÍN.

Segundo premio otorgado a mi poesía ¡CUANTO AMOR!, en el certamen de San Valentín del grupo "Mar de Poesía"
. Gracias a todos por esta distinción, y sobre todo a ARIEL AMOR, administradora del grupo.

lunes, 9 de febrero de 2015

UN SOLO DE VIOLÍN



     Verdaderamente aquello no era una delicia para los sentidos. Mientras el niño atacaba el violín con inusitado vigor y desafortunada pericia, su madre, embelesada, me miró de soslayo como haciéndome partícipe de su ciega admiración. Yo cerré mis ojos aparentando concentrarme y moví lentamente la cabeza intentando inútilmente seguir el ritmo de una inexistente melodía, que pretendía ser la Sonata en B menor de List.
     Soportar los desagradables chirridos que del instrumento extraía el pequeño era una auténtica declaración de intenciones por mi parte.
     Ya durante la cena, la glotonería y la impertinencia del muchacho me incitaron a salir corriendo o abofetearlo, pero supe contenerme y sonreír. La belleza de su madre eclipsaba cualquier otra sensación.
     En breve, estaba seguro, el pequeño diablillo se iría a dormir y yo disfrutaría al fin del ardiente y escultural cuerpo de aquella mujer que había conocido días atrás en un concierto en el Palau, envueltos ambos por las vibrantes melodías de Mahler.
     Súbitamente el violinista detuvo su desconcertante sonata, lo que me hizo abrir los ojos pensando que el martirio había concluido. Pero no, no era ése el motivo  de la interrupción.
     Mama, tengo angustia… dijo apartando el instrumento de su cara. 
     Y, sin compasión, desató una auténtica catarata de mal digeridos alimentos por la boca, que se desparramó sobre el suelo y sobre mis pantalones…
     Fue un glorioso improvvisato finale brioso.

     Todo se complicó, todo salio mal.
    
     El ardiente cuerpo de la madre acabó en la cama con el concertista y yo… yo terminé dormido en un sofá maldiciendo mi suerte, sin pantalones y abrazado al violín.