Me
encontré entonces, en medio de aquel océano de monotonía
Viendo
pasar los días con su estúpida y larga comitiva de incongruencias
y yo
los miré pasar, contemplando sin interés el monótono oleaje,
mirando
con ojos ciegos, negros de oscuridades perpetuas, sobrevenidas,
inerte,
sin ser capaz de intentar siquiera romper el círculo vicioso en el que me
hallaba.
No
caminaba, no me movía, no me sentía vivo ni muerto, ni asumía las ganas de
vivir.
Me
consumía en mi cárcel de tristes reiteraciones, ni pedidas ni elegidas,
atormentándome
con la tibieza de un amor prendido en la costumbre,
hundiéndome
más y más en la inoperancia de la carne y del alma.
Ahogándome
poco a poco en aquel inmenso océano de angustia
De una
monotonía
triste,
absurda,
desesperante,
fría,
inevitable,
destructiva.
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