Mi nombre es Josep Ferrá, aunque me
bautizaron como José mis convicciones me llevaron a traducir mi nombre hace treinta
y cinco años.
A pesar de que mis raíces se extienden hasta
una pequeña y hermosa isla del mediterráneo llamada Menorca, mis padres se
conocieron y se casaron en Valencia, ciudad donde vi la luz producto de su
amor, un 22 de enero del 1954, bajo el influjo de Acuario, de madrugada, por
eso quizá me gusta la noche para escribir. Mi signo me marco a fuego, por ello seguramente
dicen los que me quieren que soy algo tímido, imaginativo, irascible a veces,
idealista, tozudo, honesto y optimista (entre otras “virtudes” que a los
nacidos bajo este signo se nos atribuye).
Sesenta y un años dan para mucho, aunque a
veces tengo la impresión de que han pasado volando. Mucho he vivido y de muchas
cosas he sido testigo, mucho amor he dado y mucho he recibido, mucho he
caminado y en muchos lugares he estado que todos han dejado huella en mí. En
general me considero un hombre afortunado, feliz con lo que tengo, enamorado
hasta las cachas de una extraordinaria mujer con la que casé hace treinta y
seis años, enganchado por las narices y el corazón, y con la que comparto un
genial hijo embrujado como yo por la literatura y, en su caso, también por la
música. Tengo la fortuna de disfrutar de un hermano que, aunque menor que yo,
siempre ha sido un gigante, el más grande de los dos, y de su compañera, otra
hermana para mí.
Soy amigo de mis amigos, enamorado convicto,
lector impenitente, roquero viejo y enviciado por la historia; enemigo de la
injusticia, de la hipocresía, de la violencia, del abuso de poder, de la
incultura, del fanatismo y de la alienación, sea del tipo que sea.
A lo largo de mi vida he sido
administrativo, representante, animador cultural, repartidor, director
comercial, vendedor de libros,… y algunas cosas más que prefiero obviar,
trabajos que me han permitido viajar por todos los rincones de España y conocer
increíbles ciudades como Moscú, París, Amberes, Berlín… Hice casi de todo menos
de aquello que más deseaba desde bien pequeño: ser delineante y escritor; lo
primero quedó aparcado para siempre, a lo segundo le dedico desde hace unos
años algún tiempo para intentar aprender a ser una sombra de ello.
He publicado dos novelas y he colaborado en
algunas antologías, presentando trabajos a diferentes premios literarios
(¡inocente osadía la mía!) sin conseguir nada importante, excepto un premió a
un cuento en un concurso del Ayuntamiento de Valencia.
Hoy, sobrevivo rodeado de mis mujeres en
esta histórica y hermosa población de Sagunt, donde nos ubicamos por
circunstancias hace cinco años, luchando cada día por hacer algo nuevo,
disfrutando como la mayoría de esta esplendorosa crisis que gozamos gracias al
buen hacer de nuestros queridos gobernantes. Y he dicho antes “mis mujeres”
puesto que convivo con cuatro hembras, a saber: el amor de mi vida, mi fiel,
sufrida y amadísima compañera Lali, su madre, la mía y una blanca chucha, de
raza indefinida, con la que comparto paseos dos veces al día, (hasta hace bien
poco eran dos compañeras de paseos Neska y Kira, pero Kira una guapa husky
murió hace poco destruida por un maldito cáncer de hígado).
Y eso es casi todo… una vida poco novelesca
pero, eso sí, os aseguro que muy vivida, muy estimada y muy bien acompañada por
grandes corazones que han estado, están y estarán siempre muy cerca del mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario