EN EL QUE SE CUENTA DE LA PRESUROSA
HUIDA DE LOS ENCORADOS CARBONEROS
…
Cabían doce fanegas de trigo en el profundo agujero en que cayó torpe al huir
el buen escudero Sancho: Ay, dolor, sacadme de aquí por piedad, gritaba desollado
y desesperado en tanto que Don Quijote, descabalgado del flaco Rocinante, se lamentaba baldado de los
golpes recibidos por parte de los carboneros: Maldito sea
el infierno y sus guardianes, los siervos del infame Arcaláus, pues por sus
manos me he visto golpeado y maltratado en mi voluntad de liberar a quienes
tienen esclavizados. En oyendo estos lamentos gritó Sancho desde el fondo del horaco:
No os confundáis mi señor, que quienes nos han golpeado eran carboneros y los
humos que viera vuesa merced eran los de los fornos de las carboneras y no de
las fraguas infernales, creedme mi señor Quijote, insistía el escudero, mas agora
haced uso del bálsamo de Fierabrás para sanaros y auxiliadme o aquí quedaré para
siempre muriendo de hambres y sed en aquesta insana hoya…
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