sábado, 17 de diciembre de 2016

EL CORTEJO



    Acudió en cuanto se produjo el ensordecedor sonido, porque ella siempre está alerta.
    Delicadamente va acariciando las pequeñas cabecitas y depositando un beso en su frente, una a una, un beso melancólico, tenue, cuasi amoroso, pero gélido, a fin de cuentas es el definitivo y, en aquél caso especialmente, no es fácil elegir a quién dar ese maldito ósculo que abre las puertas de la noche eterna.
    Las niñas jugaban en el patio cuando la escuela saltó por los aires hecha añicos por un error logístico al lanzar el misil. Cosas de la guerra. Las muchachitas apenas tuvieron tiempo de darse cuenta de lo que pasaba.
    Con innegable tristeza, la parca, tras repartir sus besos de muerte, preside el cortejo de infantiles almas que se elevan en el cielo hasta perderse entre las blancas nubes, ajenas a los gritos, a los llantos, a las ciegas miradas de quienes no pueden ver más que cuerpecitos destrozados y no los espíritus que albergaban y que sutilmente se alejan hacia la eternidad.

JF. 01.11.16

SÓLO FUE AMOR



Y la luna los revistió de luz
Y fue la voz del mar suave caricia
Y las estrellas rutilantes testigos de su entrega
Y la arena de la playa cálido lecho de su deseo
No escucharon cantos de sirena
Ni grandes y estrambóticos sonetos
Ni músicas celestiales los envolvieron
Ni se estremeció el mundo con su acto
Sólo fue amor, puro y sincero
Nocturno, desnudo, tierno, delicado.

JF.  13.07.16

jueves, 15 de diciembre de 2016

OBSOLETO AMOR EL MIO



Obsoleto amor resulta el mío
que en su absurda estolidez
todavía cree en esa mariposa
que mágica revolotea en el estómago
causando una dulce conmoción,
robándole la calma a nuestra alma.

Sí, amor obsoleto es el que siento,
que no sabe de ingratitud, ni de cordura,
ni de caminos de inhóspita andadura,
ni de condenas en régimen de usura
de sentimientos que no son más que humo
que la más leve tormenta difumina.

Oh! Amor, amor, amor con confianza
que sabe del soñar con esperanza
sin fobias, sin manías, sin distancias;
que sabe del calor del cuerpo a cuerpo,
del cercano sabor a compañerismo,
de complicidad, de silencio compartido.

Amor que de prosopagnosia sufre
pues no distingue rostros sino almas,
y te agita unas veces dulcemente
y otras, con enérgica ternura,
va moviendo como en una coctelera
los sentires que te bullen en la sangre.

 JF.  24.10.16

PAPA NOEL



  -¡Soy una mierda! –murmuró caído sobre las bolsas de basura que se amontonaban junto a los contenedores- ¡Un mierda rellena de alcohol!
  Vació de un trago lo que quedaba de vino en la botella y la lanzó sin acierto contra un gato que rebuscaba entre los abundantes desperdicios que había producido la Nochebuena en el vecindario.
   -Y una mierda solo puede estar entre la inmundicia –afirmó balbuceante removiendo su cuerpo revestido con un sucio traje de Santa Claus entre las negras bolsas, consiguiendo romper alguna de ellas y desparramar su contenido.
   Un año hacía ya que arrastraba su cuerpo por los rincones de la ciudad, llorando su amargura, envenenándola con vino barato para acallarla, acusándose día y noche de la pérdida que lo había llevado hasta aquel estado de abandono y desesperación, clavándose puñales de odio hacia sí mismo en el corazón, intentando ahogar en alcohol su vida. 
   Un año.

   Nochebuena, cánticos navideños en las calles, luces de colores en las avenidas, alegría en los rostros y él, algo chispado por las últimas cervezas compartidas, conduciendo su coche con la música bien alta, uniendo su voz a la de su mujer y su pequeño para cantar un viejo villancico, volviendo a casa después de realizar las últimas compras navideñas, escasas por supuesto pues hacia seis meses que había perdido su empleo. De repente apareció aquel maldito perro, negro como la noche y se detuvo en medio de la calle mirándolos con unos ojos que brillaban como diamantes. Él quiso esquivarlo, pero los reflejos le fallaron en el último momento y acabó por empotrarse contra la esquina de unos grandes almacenes. Aturdido por el tremendo golpe, acertó a quitarse el cinturón de seguridad y se giró hacia su mujer que, aparentemente,  había perdido el conocimiento. Miró hacia atrás pero su hijo estaba caído entre los dos asientos. Desesperado forzó la puerta atrancada hasta conseguir abrirla y salió trastabillando para caer sobre el asfalto. El motor prendió. La poca gente que estaba en la calle corría hacia ellos.
    Cuando intentó levantarse el coche se convirtió en una hoguera con una sorda explosión. Alguien lo tomó por los brazos y lo alejó de las llamas. En su aturdimiento sólo llegó a escuchar el desgarrador grito de su hijo llamando a su madre, luego silencio, oscuridad. Perdió el sentido, perdió todo lo que tenía.

   Primero el chirrido de un frenazo, luego el sonido grave del impacto, lo devolvieron a la realidad. Como impulsado por un resorte se irguió sobre la basura y salió corriendo hacia el principio del callejón. Un coche acababa de empotrarse contra la esquina de un comercio. Corrió desesperado.
   Arrancó la puerta del conductor para sacar a una mujer que lo miró con ojos vidriosos y perdió en sentido; la depositó inconsciente en el suelo, luego con furia rompió los cristales de la otra puerta lateral y, cuando las llamas prendían en el motor, consiguió abrirla tomando en volandas a un niño de unos seis años, casi como su hijo, que lo miraba con ojillos espantados, y llevarlo al lado de la mujer. Luego, tras confirmar que los dos estaban a salvo se dirigió de nuevo al coche y se introdujo en él, justo en el momento que, con una explosión éste se vio envuelto en llamas.
    -¡Ha sido Papa Noel, mama! –gritaba el niño zarandeando en cuerpo inerte de su madre- ¡Ha sido Papa Noel!

JF. 15/12/2016

ADIOS...




Desde que te fuiste me siento liberado de tu maldita opresión. He de reconocer que mientras te tuve al lado no fui capaz de darme cuenta pero, al igual que aquél que se despoja de unos zapatos que siempre han sido un número más pequeño del que necesitaba, así me sentí yo cuando desapareciste.
Desde que te fuiste he conseguido ahuyentar de mi mente los fantasmas que la tenían ofuscada, volver a ser el mismo que era antes de conocerte, antes de que te introdujeras en mi vida y la convirtieras en un infierno sin que yo fuera consciente de ello, haciéndome creer que contigo vivía en el paraíso.
Vuelvo a pensar, vuelvo a creer en mí, a darme la importancia que los demás me daban y yo no, a recuperar sueños aparcados, olvidados como trastos viejos en un rincón del desván de mi cabeza.
Sí, me ha costado muchas lágrimas, muchas angustias, muchos silencios creyendo beneficiarme con ello, pero sólo ahora que te has marchado, soy consciente del tiempo perdido, del daño que me he hecho estando a tu lado, de la absurda pérdida de vida que me ha costado tu  nociva compañía.
Yo no creía en ti, pero tú te introdujiste en mí silenciosamente, te apoderaste de mí, me poseíste poco a poco sin que yo me diera cuenta, me subyugaste con tus envenenadas trenzas de sinrazón, me hiciste tuyo hasta convertirme en un pelele de tus mentiras. Pero ahora todo se ha acabado, he conseguido que te vayas y contigo mis miedos, mis desesperanzas, mis pesadillas, algo de lo que hasta hoy no había sido consciente.
Aquellos que de verdad me querían, aquellos que de verdad me quieren, han luchado por mí y han sido fuerza clave para que te alejara de mi lado. Sólo su amor ha conseguido vencer tu desamor, tu engañosa red de falsa estabilidad, tu insidiosa y agobiante ensoñación.
Te juro que una vez habiéndote conocido sabré esgrimir escudos para evitarte, caminaré por caminos diferentes para no volver a encontrarte, volaré por mundos nuevos donde nadie te conozca.
Adiós, adiós para siempre perversa DEPRESIÓN.

JF.  09.11.16